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NIASSE, Ahmed Khalifa: Les influences de l’arabe et de l’Islam dans la langue, la littérature et la culture du peuple Wolof, prefacio de Dr. Bakary Sambe, L'Harmattan-Sénégal, Dakar, 2020
Al-Andalus Magreb, núm. 29, pp. 1-4, 2022
Universidad de Cádiz

Reseñas

Al-Andalus Magreb
Universidad de Cádiz, España
ISSN-e: 2660-7697
Periodicidad: Anual
núm. 29, 2022

Publicación: 22 Abril 2022

NIASSE Ahmed Khalifa. Les influences de l ’Arabe et de l’Islam dans la langue, la littérature et la culture du peuple Wolof, prefacio de Dr. Bakary Sambe. 2020. Dakar,. L 'Harmattan-Sénégal. 282pp.. 978-2-343-21671-3

Ahmed Khalifa NIASSE: Les influences de l ’Arabe et de l’Islam dans la langue, la littérature et la culture du peuple Wolof, prefacio de Dr. Bakary Sambe, L 'Harmattan-Sénégal, Dakar, 2020.




La expansión árabe e islámica va a provocar en cuestión de décadas cambios insospechados en la Historia de la Humanidad. A menudo nos centramos en este proceso fijando nuestra atención de forma exclusiva en el centro del imperio que se expande, y no tenemos en cuenta a las poblaciones de los territorios ocupados ni los sustratos previos ni las interacciones entre alóctonos y autóctonos. Islamización gradual y arabización son los dos procesos que vendrán aparejados con las conquistas árabes. Pero si el primer fenómeno no es uniforme y las creencias populares y locales reflotan en forma de sincretismos religiosos, en el caso del segundo genera variantes de gran interés en forma de dialectos o lenguas híbridas en las que se observa las influencias de la civilización árabe (maltés, swahili, lenguas de las islas de Comores…).

En el caso de los wolof, la influencia del árabe no llega a ser tan profunda como para engendrarse una lengua híbrida, pero sí lo suficientemente intensa como para enriquecer su lengua con numerosos préstamos e, incluso, utilizarse su sistema de escritura hasta la actualidad en algunas capas sociales. Por otro lado, cabe señalar que, cuando mencionamos a los wolof, no estamos aludiendo a un grupo etnolingüístico ajeno a nuestra realidad. Los wolof, por los fenómenos migratorios, viven entre nosotros especialmente desde los años 70 del pasado siglo. Se calcula que más de 78.550 senegaleses, que en su mayoría son wolof o conocen dicha lengua (censo actual del INE) residen en España. A estas personas habría que añadirles los más de 21 mil procedentes de Gambia y alguna que otra zona wolofoparlante de Mauritania, difícil de incorporar a las estadísticas. Los wolof habitan en torno al río Senegal desde tiempos remotos. Su islamización comienza hacia el siglo X y no cabe duda de que se intensifica especialmente a partir del período almorávide, cuando Abū Bakr emprende la conquista del sur de Marrakech. La integración de toda esta zona del África Subsahariana siempre conocida por los amaziges, puesto que formaba parte de su espacio vital y/o de relaciones comerciales va a ser clave para entender la hegemonía política, económica y militar de los almorávides y almohades en los siglos XI, XII y XIII.

La presente publicación, Les influences de l ’arabe et de l ’Islam dans la langue, la littérature et la culture du peuple Wolof, es una gran aportación para el estudio del impacto de los árabes y amaziges en el África Negra, en general, y en el territorio dominado por los wolof en particular, a partir del periodo medieval. Su autor es un célebre hombre de negocios, protagonista político e intelectual de la actual República de Senegal. Fue Embajador, Ministro de Estado y ha recibido numerosas condecoraciones (Doctor Honoris Causa por la École de Commerce de Lyon, Oficial de la Orden Nacional del León). Asimismo, ha firmado numerosas publicaciones en árabe y francés, entre las que destacan sus monografías sobre los orígenes del wolof (París: L'Harmattan, 2014) o sobre las dinámicas de esta lengua senegalesa, préstamos y etimologías (Dakar: IFAN, 2010).

El trabajo se divide en cuatro capítulos (chapitres), además de la breve introducción y el interesante glosario final de arabismos y préstamos del tamazight (que el autor denomina berbère) al wolof. Tras la dedicatoria e indicaciones sobre la transcripción gráfica del wolof, el libro nos contextualiza el paisaje etnolingüístico de Senegal (Chapitre 1: Le paysage éthnolinguistique du Senegal pp. 25- 32) en el que los wolof representan una amplia mayoría, pero dentro de una gran pluralidad cultural y lingüística. Esta situación se contradice con el estatus legal que recibe dicha lengua, puesto que el francés, que es una lengua extranjera, es la única lengua oficial.

Más extenso es el capítulo 2 (Les influences religieuses sur le wolof, pp. 33-91) en el que se analiza el inicio de los contactos entre el islam y el mundo wolof o mejor dicho entre el norte de África, los árabes y el África negra. Unas relaciones que se retrotraen, como no podían ser de otro modo, a tiempos preislámicos en el caso de los amaziges y negroafricanos, teniendo en cuenta que los primeros son igualmente autóctonos del continente africano y, por ende, mantuvieron intercambios desde siempre. Tanto, que no es que lo beréber sea vecino, sino que forma parte integrante de la propia civilización senegalesa (p. 34). Respecto a la islamización, Ahmed Khalifa defiende que desde ˁUqba b. Nāfīˁ se iniciaría el proceso. A partir de ahí sostiene que son las relaciones comerciales las que favorecen el desarrollo de la islamización. Sería interesante haber insertado aquí las redes comerciales que, desde el siglo VIII, incluso desde antes, durante el Imperio Romano, se conocen, algunas de las rutas que partían desde el África romana (T. Lewicki, 1962; J. Devisse, 1972…). El libro repasa luego cómo se van concretando estos contactos en forma de participación militar de algunos agentes locales, el desarrollo de las ṭariqas, principalmente la tiŷāniyya y la murīdiyya. Resulta especialmente interesante la hibridación que se produce de wolofización, y creación del wolofal (una especie de aljamiado que consiste en escribir el wolof con caracteres árabes, algo aún muy extendido). Esto, insistiremos más abajo sobre ello, entraña un alto grado de penetración de la cultura araboislámica, a semejanza de lo que acontece con el persa, el urdu o el turco, hasta la adopción del alfabeto latino en el caso de este último. Desde el s. XI se observan testimonios en « arabe indéchiffrable » que no son más que transcripciones del wolof en caracteres árabes.

De las influencias religiosas que son el inicio pasamos a las socioculturales (Chap. 3. Les influences socio-culturelles arabo-berbères sur le wolof, pp. 93-114). Según A.K. Niasse, el judaísmo allanó el terreno para la llegada de la última religión monoteísta. Se revisa la presencia del árabe e islam en una serie de ceremonias y cancioncillas. Se cuentan hasta trece: taaxiraan y laawaan, kassag o canciones de circuncisión, Pasin, Bàkku, Ràmmel (adivinación), Ndëpp, Simb, Baawnaan, Taajabóon, Laabaan, Laarabiraaraan, Taasu.

Con ello se inicia, a nuestro juicio, la parte más interesante del libro el capítulo 4 (Les influences linguistiques arabo-berbères sur le wolof, pp. 115-254) de unas 139 págs. Se divide en dos partes, el beréber primero y posteriormente árabe. Subraya una idea « contrairement à une idée assez répandue, l'influence arabo-berbère sur les langues sénégalaises et en particulier sur le wolof est antérieure à l'islamisation » (p. 115). Se cuentan hasta 52 términos derivados o calcados directamente del tamazight, por más de 500 del árabe. Esto demuestra la profunda impronta que deja el árabe, e incluso las variedades del amazige. En cierta medida, muchos son nombres propios, fiestas, rezos religiosos.

La monografía finaliza con unas breves conclusiones (pp. 255-256), seguidas, como señalábamos, de la bibliografía, de la que comentaremos algunos aspectos, y de un Petit lexique des emprunts wolof a l’arabe et berbère (pp. 263-278). Finalmente se hace un alegato a la valorización del patrimonio cultural y lingüístico árabe, amazige e islámico dentro de la identidad senegalesa.

Estamos ante un libro que aborda un tema de sumo interés. Se trata de una ventana a los estudios de las influencias, impactos y, en definitiva, intercambios entre el mundo norteafricano, árabe y subsahariano, todo ello se acelera y enriquece con la llegada del islam, que va integrando paulatinamente toda esta región en el ámbito de la civilización arabo-islámica. Sirve por lo tanto para invitar a reflexionar sobre las hibridaciones, impactos y, en definitiva, por los procesos de arabización e islamización del África negra, los cuales aún siguen su curso.

El propio nombre del país, Senegal, Znaga de los Ṣanhāŷa, con el que el mundo conoce al país es fruto de este brassage. Ciertamente, hay un continuum histórico que la colonización no ha sabido respetar ni ha querido entender puesto que siempre se antepusieron los intereses económicos de las élites metropolitanas y en esto cabe subrayar igualmente la colaboración de una burguesía compradora compuesta por intermediarios entre la metrópolis y las colonias, como señalaban Samir Amin o Nicos Poulantazas en sus escritos.

Sin embargo, a nuestro entender, el volumen presenta una serie de elementos que podrían mejorarse o tratarse de una forma más exhaustiva. Comenzando por la calidad y parquedad de algunos gráficos y fotografías (27, 38, 41 passim) que son francamente mejorables. Un mapa de localización de la etnia wolof y otro de la evolución histórica del bilād al-Sūdān resultan imprescindible. E incluso de las otras lenguas que se hablan en Senegal o en la zona. Por no decir, ejemplos del impacto en otras lenguas africanas. Los trabajos que viene desarrollando Lameen SOUAG, Sergio BALDI y Dmitry BONDAREV podrían haber sido muy enriquecedores en este sentido, puesto que, entendemos que se trata de un fenómeno global y no exclusivo de los wolof, el influjo es en toda la zona de la cuenca del Senegal, Níger e incluso tiene un importante eco más al sur con estas poblaciones como relevo de las anteriores.

Al hilo de esto mismo, se observan ausencias bibliográficas notables, no solo desde la arqueología (D. Robert y R. Robert), sino lo más destacable desde la historia de los contactos (Lewicki, Devisse, Ki-Zerbo, Cuoq, Mauny…) o las propias fuentes árabo-islámicas. Imposible no citar estas referencias en cualquier trabajo que se precie sobre historia de las relaciones de África y el islam.

En el aparato lexicográfico, se echa en falta un estudio estadístico sobre la procedencia de los términos, en el que al menos se estudie de qué ámbito procede cada uno. Y, algo que no nos deja de asombrar, en todo momento se obvia en el libro que el wolof está presente en otras zonas del África Occidental, en Gambia entraña el 18%, incluso Mauritania que es uno de los tres idiomas reconocidos en la constitución de dicho país.

A pesar de estos aspectos y de otros más que por espacio no podemos tratar aquí, recomendamos la consulta de un trabajo que viene a complementar los estudios de las sociedades africanas e islámicas, rellenando los artificiales intersticios que se forman entre las civilizaciones, etnias y formaciones políticas.



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