e-ISSN:2172-7910
Doi: 10.25267/Hachetetepe.2020.i21.2
Universidad de Cádiz 6
(Kvale, 2011) a través del diálogo. Es dicho diálogo el que, siguiendo a Freire (citado por
Verdeja, 2018), “refiere al encuentro que solidariza la reflexión y la acción de sus sujetos
orientado a transformar la realidad” (p.49). Pues la palabra, en el departir de investigador
e informante, es la piedra angular sobre la que se sustenta el diseño metodológico por el
que se opta. De tal modo, reparando en lo mencionado por Vallés (2007), sería posible
decir que, gracias al esculpir de la voz de quien nos habla, vamos construyendo una
ingeniosa obra maestra –llamada conversación– que compone la trama conceptual y
práctica para nuestra labor de indagación.
Profundizando un poco más en el coloquio antedicho, resulta apropiado apuntar
que, ocasionalmente, ha de servirse de preguntas de carácter cerrado. Por el contrario,
estas deberían tender a la articulación y extensión desmedidas, en una dinámica donde la
tertulia permita compartir y contrastar ya no solo palabras, sino también impresiones,
sentimientos, ideas y opiniones que subyacen a todo cuanto sea dicho. De semejante
manera, dada las circunstancias en la que nos encontramos actualmente, cabría señalar
las trabas presentes en el desarrollo de una entrevista presencial, de tú a tú. No obstante,
siguiendo las recomendaciones sanitarias establecidas y adaptando las reuniones al
valioso contexto virtual del que disponemos, sería posible hacer uso de un extraordinario
dispensario de herramientas digitales, las cuales sirvan para reducir las distancias en
períodos de confinamiento y faciliten la comunicación de múltiples maneras, como
Whatsapp para conversaciones breves de modo rápido y directo, Google Drive para
archivar o Google Meet en el caso de reuniones/videoconferencias (Otero et al., 2020).
3. DE QUIÉN INFORMA Y SU MODO DE INFORMAR
Decir de la persona escogida para dar vida a nuestro trabajo, a la cual nos
referiremos como Niamh a modo de ejemplo para el desarrollo del presente epígrafe, que
podría tratarse de alguien rebosante de energía, emotiva al mismo tiempo y de amplia
cultura y refinamiento. Por qué no, ella podría ser maestra en ejercicio de Educación
Infantil y Primaria, así como Jefa de Estudios en un centro de enseñanza e invertir su
escaso tiempo libre en labores de madre de familia numerosa. Supongamos que es
extrovertida, sociable, natural y espontánea en la comunicación, fiel a sus principios y
que anda convencida de la posibilidad de cambiar y mejorar la educación actual.
Consideremos también su virtud para conversar y debatir sobre la temática seleccionada
como favor a sus intereses, que podrían no encontrarse alejados de las relaciones sociales,
todo lo vinculado con la maternidad y, por supuesto, la educación. Refrendando lo aludido
por Patton (1990), de esta manera nos sería posible afirmar que, sin lugar a dudas,
hablamos de quien se postula como informante más que acertada, dado su talante, su
idoneidad y su razón.
En cuanto al sobrenombre utilizado para mantener el anonimato de nuestro
protagonista, apuntar que contamos con múltiples fuentes de las cuales es posible
servirnos. Entre otras, en este caso se opta por uno que proviene del gaélico irlandés y,
en este mismo idioma, adquiere el significado de “brillante”. Dicen que, en la mitología
irlandesa, Niamh era la hija de Manannan, dios del mar. A ella, en consonancia con
ciertos rasgos que –suponemos– son característicos de nuestra informante, se le atribuye
una personalidad jovial, divertida y siempre vanguardista. Además, en ella sobresale el
gusto por el disfrute de los avances en cualquier sector –llámese aquí educativo– mientras
saca su mejor lado apartando las barreras que encuentra a su paso.