e-ISSN:2172-7910
Doi:10.25267/Hachetetepe.2020.i21.9
Universidad de Cádiz 96
Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico - CNPq, a saber: Profesor
Antônio Roberto Xavier, responsable del proyecto Gestión de Políticas Sociales,
vinculado a la Universidad de Integración Internacional de la Lusofonía Afrobrasileña
(GPS/UNILAB); la profesora Lia Machado Fiuza Fialho, encargada del proyecto
Prácticas Educativas, Memorias y Oralidades de la Universidad Estatal de Ceará
(PEMO/UECE); y el profesor José Gerardo Vasconcelos, quien coordina el proyecto
Historia y Memoria de la Educación de la Universidad Federal de Ceará (NHIME/UFC).
Los autores desarrollaron la redacción de este libro dividiéndolo en tres partes. La
primera, denominada “Historia, historiografía y ciencia”, presenta los capítulos uno y dos.
En el capítulo uno, los autores traen la historia como ciencia, presentando para ello, los
principales conceptos y principios del hacer histórico. Discuten los significados del
término historia a partir de la discusión “si la historia es ciencia o no” (p. 30). También
plantean inquietudes como: ¿Qué es la historia?; ¿Cuál es el objeto y propósito de la
historia? Ante estas preguntas, los autores animan al historiador a realizar un autoanálisis,
animándolo a reflexionar sobre los motivos de la historia.
Los autores se refieren a la intersección de la historia con otras áreas del
conocimiento como un movimiento permanente, lo que implica que “el conocimiento
histórico se presenta como algo instigador, dinámico e interminable, requiriendo
continuamente en constante ejercicio hermenéutico” (p. 32). La historiografía como
ciencia colabora en la producción de conocimiento, dada su perspectiva crítica, pero
también actúa con nuevos apuntes y caminos para hacer historia al considerar, en este
proceso, el tiempo, el espacio y los sujetos que se relacionan.
En el capítulo dos, los autores explican que la historia oral se construye a través de
las oralidades de sujetos sociales, sobre diversos temas presenciados o que les fueron
contados. En qué hacen estos sujetos testigos vivos de hechos que pueden exponer
“narrativamente sobre lo que saben” (p. 59), en el aspecto personal o colectivo. También
se habla de las narrativas, entendidas como la “materia prima de la historia oral” (p. 63),
la historia comienza a apropiarse de la oralidad como fuentes para abarcar los hechos
pasados, que son interpretados junto con otras fuentes. También discuten, en este capítulo,
sobre microhistoria, ya que se trata de las subjetividades de cada sujeto, pues permite
aprehender el sentido y significados distantes e invisibles del hecho sobre la historia
tradicional, posibilitando una comprensión integral de fenómenos "dirigidos hacia
investigaciones del género biográfico, historia de vida, autobiografías e historias de gente
común y/o sujetos anónimos de la historia" (p. 78), en contraste con las historias de
héroes, consideradas legítimas hasta principios de la segunda mitad. del siglo XX.
La segunda parte, nombrada “Memoria, historia y olvido” trajo un solo capítulo,
el capítulo tres, que invoca “la memoria y su peculiar relación con la historia” (p. 90),
defendiendo la memoria como guardiana activa, constructiva y reconstructiva de historia
inmersa en un movimiento de interacción entre sujetos (p. 91). Cuando se narran, los
recuerdos traen informes de hechos que muchas veces se pasan por alto o se niegan, por
el prejuicio descrito antes de la historia oficial. El reconocimiento de la memoria,
legitimada como fuente, hace que la historia pueda ser revivida, constituida, revisitada.
Sin embargo, existe el olvido, tan relevante como la memoria, que lo hace indispensable
para que “podamos mantener la calma del alma, la paz y la tranquilidad” (p. 107). Los
autores refuerzan la idea de que las memorias son plurales, y que desde la individualidad
forman lo colectivo, siguiendo un curso constante, es decir, “la memoria trae el presente
a través de representaciones selectas, individuales y también colectivas de un pasado que