e-ISSN:2172-7910
Doi:10.25267/Hachetetepe.2020.i21.5
Universidad de Cádiz 53
como las 2 .Y yo estaba todavía en el caño metido y me decía la compañera que
pues rápido, que nos fuéramos porque íbamos a perder el vuelo, porque los afanes
y entonces, pues yo estaba, pues ahí metido viendo los pescaditos, con las patas
ahí entretenido, viendo, pendejeando, entonces yo me asomé, yo saqué la cabeza
y le dije no, no, compañera a nosotros también nos prometieron la paz y para mí
esto es paz, estar aquí tranquilo sí, entonces con esa analogía tan sencilla de que
primero a nosotros desde la clandestinidad también se nos prometió una paz que
está llegando de otras maneras, no con el proceso de reincorporación, sino con la
forma de vernos con el hermano, vernos con la hermana con toda la insurgencia
que estuvo peleando en el monte por nosotros por Colombia, ese abrazo fraterno
de la paz sí?, ese volvernos a encontrar, y nos encontramos cada día con gente que
uno hace muchos años no veía y eso es alegría y eso es paz, es la paz del silencio
de los fusiles y de la guerra, sí? que qué quisiera yo que fuera la paz? pues mayor
amplitud y oportunidades para la gente, para el campesinado colombiano,
oportunidades de progreso por proyectos productivos que permitan pensarse de
forma diversa y crítica la participación de hombres y mujeres e infancias en la
construcción de esos territorios de paz pero pues ahí para allá es más complicado.
(Alejandro, militante, partido FARC)
4. DISCUSIONES Y CONCLUSIONES
Los principales discursos que se evidenciaron en los y las activistas transitan por
un primer acercamiento con la masculinidad hegemónica Connell (2003), ya sea por el
contexto de crianza, el vínculo con el padre, o por las dinámicas de relación cultural que
se producen cuando los excombatientes se reintegran a la sociedad civil, y vuelven a ver
como algunas de sus compañeros y compañeras caen en los mismos roles y estereotipos
de género, alejados de las dinámicas de poder que se pretendían horizontales dentro de la
organización, antes de la firma del acuerdo de paz en La Habana.
Al respecto, podríamos hablar de un contexto masculinizante (Méndez, 2002) que
es necesario modificar, y de hecho es modificado a partir de la introducción de nuevas
palabras en el discurso, como, por ejemplo, masculinidades insurgentes y libertarias o
liberadoras y valores asociados a ellas; la paternidad responsable, la insurgencia contra el
orden establecido, la liberación del cuerpo, a través del des-nudo, la palabra, la ternura,
la vivencia de la sexualidad, el respeto, el sentipensamiento etc., que se construyen como
nuevos marcos que contribuyen en la construcción de nuevas formas de ser hombre y
contribuir a la paz, desde la esfera de lo intrapersonal hasta lo público.
En cuanto a las relaciones que tienen las masculinidades no hegemónicas con la
paz, se pueden establecer una simbiosis, no se puede pensar la paz sin incluir las
dinámicas de género y las relaciones de los sexos en la esfera de lo privado y lo público.
La paz es una categoría polisémica, relacional, con una capacidad infinita de
transformarse y transformar la sociedad. La paz imperfecta que se vive en los espacios
territoriales de los firmantes de las FARC es un espacio de construcción único, en el que
se pueden transmutar la vivencia de los conflictos como oportunidades de avance social,
algunos ejemplos de ellos son: la comisión de género del partido, las campañas y
actividades políticas que se han venido trabajando desde el feminismo y la masculinidad
insurgente.
En el futuro, esperamos, que al menos en los espacios territoriales de capacitación
y reincorporación (ETCR) de las FARC se pueda hablar de nuevas formas de ser hombre,