Un fraile libertino en la América colonial: Juan Antonio de Olavarrieta y el círculo de Urbina en Guayaquil
Resumen
El fracaso de distintas iniciativas literarias y la consiguiente penuria económica explican, sin duda, que el franciscano «secularizado» Juan Antonio de Olavarrieta, sospechoso de libertinismo, se embarque en Cádiz en octubre de 1796 hacia Guayaquil, acompañando al coronel de milicias guayaquilello y rico hacendado Jacinto Bejarano. En Guayaquil, donde contará con la protección del Gobernador Juan de Mata Urbina, el clérigo Olavarrieta emprenderá para subsistir diversas actividades económicas y dejará en el círculo de Urbina trazas inequívocas de su filosofía materialista y de sus convicciones revolucionarias, sobre fondo de una conducta desordenada. Durante su estancia en la ciudad, Olavarrieta ha comenzado la redacción de su tratado El Hombre y el Bruto, dedicado a su «amigo y protector». Obligado a dejar la ciudad a finales de 1799, a causa de su inadaptación al clima y sus dificultades económicas, los buenos oficios de Urbina le permiten obtener el curato de Axuchitlán, en Nueva España, así como las bulas de secularización.
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